Lo primero que nos viene a la cabeza es el aprendizaje de la lengua inglesa a unos niveles casi perfectos. Pero hay mucho más. Si solo fuera el idioma, el aprendizaje se quedaría en algo muy simple y limitado. Toda experiencia que nos saca de nuestra área de confort, nos hace crecer a marchas forzadas. Salir del entorno familiar a edades tempranas exige de partida cierta madurez y autonomía, ilusión y valentía.
A esto hay que sumarle las particularidades del sistema educativo inglés. Cada modelo educativo tiene las suyas. Las británicas, a mí me encantan. Por lo mucho que desarrollan y potencian las capacidades no solo académicas sino personales.
Centrándome en mi experiencia en Inglaterra en el sector de los colegios privados e independientes, todos coinciden en ciertos aspectos:
- Una enseñanza personalizada a través de grupos reducidos (entre 8-15 alumnos por clase) y seguimiento cercano del alumno junto con los padres (feedback semanal o mensual).
- “Critical Thinking” y “Debate”: Los niños aprenden a exponer sus puntos de vista, reflexionar y tener un pensamiento propio. Fuera aprender de memoria como los loros!- Los profesores ayudan y guían a los niños a expresar sus opiniones. ¿Cuántas veces has agachado la cabeza en clase cuando el profe iba a preguntar? Yo, casi todo mi EGB (ESO) y no digamos Bachiller, me lo pasé “cuerpo a tierra” 🙂
Desde bien pequeños les enseñan a buscar las respuestas por sí mismos y a compartirlas con el resto. Y cuando uno comparte y le respetan sus ideas, atiende las de otros con la misma tolerancia y cortesía. Por no hablar de la confianza que desarrolla en uno mismo.
- Refuerzo y motivación: premios al esfuerzo y la creatividad.
- No solo es la parte académica la que cuenta. Las artes (teatro, música y baile) y los deportes (individuales y en equipo) son claves en la formación integral del alumno.
- Disciplina: no solo referida al respeto por el profesor y por los compañeros sino a las normas de convivencia, la perseverancia y cultura del esfuerzo.
¿Y por qué un Boarding School Inglés?
Vivir en un boarding school es el colofón de la experiencia. La residencia es una extensión del colegio pero con un sentido más profundo si lo observamos desde el prisma de lo personal. Se aprende a convivir con diferentes nacionalidades y culturas desarrollando las competencias sociales y un sentido de pertenencia a la comunidad muy importante. Especialmente positivo para los hijos únicos, es la oportunidad de compartir con esa “amplia familia temporal” que te acompañará durante esa travesía en el extranjero.
El seguimiento y la atención en la residencia son muy personalizados. Tanto para padres como para los hijos. El desarrollo individual del niño se produce en la distancia pero con la tranquilidad de saber que la inversión realizada en su educación va a tener un retorno exponencial en todos los sentidos.
¿Cómo y cuando decidimos dar el salto? Hay niños que viven ésta experiencia durante un trimestre o un año académico completo y mientras algunos lo hacen en la etapa de primaria, otros se embarcan durante la ESO o incluso Bachiller. Y seamos sinceros, no a todos los niños les llega su momento durante la etapa académica, y tampoco pasa nada! Disponemos de tanto tiempo como vivamos para emprender la aventura del inglés en el extranjero. Que las prisas no nos hagan nunca tomar una decisión equivocada.
Mi recomendación sin dudarlo, es hacer una primera incursión de menor tiempo durante las vacaciones de verano o pascuas para ir preparándose a la aventura inglesa y con ello valorar la duración de esa escapada y el colegio que mejor encaje en programa académico, actividades, filosofía y valores.
Cualquiera que sea la opción que se escoja, será un punto de no retorno en crecimiento, competencias y apertura al mundo.
Pepa Ferrer IDIOMAS– Programas en el Extranjero
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