Porque el de Pepa, ya lo han desgastado

¿Por dónde empezar?  Nuestro primer sábado inglés nos regaló un «late morning». Tan late, que nos quedaron 15 minutos para zamparnos el desayuno antes de correr al tren y enrutarnos a Canterbury.

Así, con los gofres pegados en los paladares, correteamos dirección a la estación de trenes para en tan solo media hora llegar a remolque a ésta maravillosa e histórica ciudad medieval. El día soleado, con temperaturas primaverales, nos acompañó en nuestro paseo en barca y una incursión de shopping de las de verdad. La catedral gótica, de fondo.

Y mientras tanto, servidora intercalando peticiones de los Tesoros Juniors y los adoptados de México y Japón. Y resulta que me gastaron el nombre. Y desde hoy, les dije que atendía a Hortensia. Se acabó llamarme Pepa.

Imposible entrar en detalle con el trajín de la jornada. No se hacen ustedes una idea, queridos padres.  De aquí para allá con el ramillete de preadolescentes, todos, chicos y chicas, realizando nuestras primeras compritas de souvenirs, picando ropa y libros, arreglándonos los flequillos en los escaparates, repostando para marranear fast food y de cuando en cuando re encontrarnos con nuestros Teenagers que funcionaron con aires de galanes por las evocadoras calles medievales durante sus tiempos sin supervisión.

Con nombre nuevo y el gofre pegado al paladar, regresó servidora derrengada con los Tesoros. Una barbacoa de hamburguesa, pollo, salchichas, ensaladas y verduras y helado final, nos dejó ya clavados.

Noche de relax en las casas con planes diferentes a elegir. Mañana les espera un Thorpe Park lleno de atracciones que los van a hacer volar. Servidora se regalará un Brunch mirando al mar y con los brazos abiertos los recibirá para la cena.

Un día chulísimo. Es brutal y un privilegio, ser observadora participante de la transformación de los Tesoros.

Felices sueños desde Folkestone. Dándolo todo.

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