Donde a uno le esperan
Contando los días para el miércoles, que luego fue jueves. Por fin.
Ahí estaban los tres Tesoros, en su hora de comida para cuando servidora llegó con ganas locas por abrazarlos. Alegría de encuentro para todos.
El sabor a hogar que desprende las paredes de Earlscliffe no es solo por la belleza de sus instalaciones y entorno. Son el resultado de 14 años habitándolo en Pascuas y Verano, el estrecho vínculo con su personal, y unos Tesoros que nos reciben con la misma ilusión con la que llegamos para verlos.
Y ahí estaban, sonrientes, adaptados, cuchipandeando con los nuevos amigos internacionales y nacionales. En habilidades sociales, van sobrados.
Aprovechamos para participar como observadores en la sesión de DEBATES, les acompañamos a su tarde de juegos en el parque, y después de coincidir en la cena, compartimos el atardecer de la playa de Folkestone entorno a unos «marshmallows» al calor de la hoguera.
Y entre tanto trajín, servidora negociando posados para borrarlos a continuación por falta de acuerdo. Clic-DELETE, Clic-DELETE. Que sino salgo bien, que si ahora con gafas, que si qué horror borralá. Terminamos la jornada fotografiando a los árboles.
Qué rápido pasa el tiempo a su lado. Qué bonito es volver a casa donde a uno le esperan.
Felices sueños desde un Folkestone afortunado. Llevamos la mejor representación.


















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