¿Por dónde empezar la jornada de hoy?
Un martes prometedor. Como así ha sido.
Para tener un día de traca no hace falta ni el factor sorpresa ni emociones fuertes. A veces, tan solo con dejarse fluir, ya la jornada por sí sola promete. Así ha sido.
Sudaderas calzadas a primera hora de la mañana, 20 grados soleados y un desayuno continental que despejaba a cualquiera. La «assembly mañanera» con información relevante y detalle del plan de multiactividad y ocio para el día de hoy, y directos a las clases.
Aprovechamos para hacer una pequeña incursión y coincidimos con Álvaro teenager y sus compañeros internacionales. Muy chulo estar de observadora, ver las dinámicas de aprendizaje y darse cuenta que en la próxima vida, seremos educadores dentro del aula también. Lo tenemos claro.
Mientras los Tesoros lo daban todo académicamente, servidora le dió a la tecla combinándolo con algún zoom. Nos reencontramos en el comedor para la comida. Bandejas para arriba, bandejas para abajo. Algunas sin fruta y otras sin verdura. Pero con buenas porciones de todo lo demás. Se creen que no veo bien de lejos. Y están en lo cierto. Pero la comida no se me pasa por alto. Que se lo pregunten a mi báscula.
En la actividad de la tarde le dieron todos al balón. Pasaron por alto el pinpón, las manualidades, el bádmiton…¿Qué se estará cociendo en ese campo de fútbol?
Tras la cena, jugaron al despiste. Los esperaba en el torneo de voleibol y alli estaba solo nuestro jaenés, dándolo todo. El resto, haciendo gárgaras para esperar su turno en el Karaoke de la noche.
Esto no se resiste. Unos como Pedro por su casa, otros, adaptándose a la velocidad de la luz.
Ya han recogido velas. Los escucho cómo regresan sus respectivas residencias. Tecleo rápido, muy rápido. El cuerpo me pide hacer la ronda de la noche para compartir un poquito más de la jornada.
Felices sueños desde la Campiña Británica. Hoy no se resisten ni los gusiluces.












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