Incursión a la capital con personalidad
La bajada de temperaturas nos obligó a comprarnos unos calcetinitos blancos llegados a la capital.
El desfile del Orgullo Gay imposibilitó nuestra tarde de shopping por Oxford Street. Tan solo unos calcetinitos blancos fue todo lo que mercadeamos. En un Covent Garden, dificil está acceder a los bienes y servicios de la city. Precios prohibitivos. Cultura tampoco hubo mucha, dado que el tour por el centro se quedó en un imposible si uno no iba con catalejo.
Cosas de las grandes ciudades. Mi gozo en un pozo. Ese sería el resumen de nuestra escapada de hoy. Mucha expectativa y poco retorno.
Acudimos al parking para ver desfilar a los mosqueteros a la llegada en sus correspondientes buses. Nos chifla. Descienden medio traspuestos del traqueteo del viaje y los abrazos duran más.
Directos a la cena. A dos carillos carne con arroz blanco, verduras varias, diversidad de ensaladas y mucha fruta además de postre de chocolate.
Lo mejor del día para servidora, no fue darle a la tecla y adelantar trabajo, que bien estuvo. Fueron los mini encuentros por nuestro paso en las residencias para hacer puesta en común sobre la jornada. El regalo del día. Eso sí, pasar por la residencia de los más adolescentes (Caco, Ventura y David), es arriesgarse a que te salga un mechón verde del tecno que se escucha como sino hubiera un mañana.
RING RING. Suena el teléfono. Las Tesorinas me reclaman. Gabinete de Crisis. Tratamos de modificar la distribución de los minigrupos de la excursión de mañana. Imposible. Nuestra Martina irá con todo chicos. Recondujimos. Un par de argumentos para comprender que en el tiempo libre podrá elegir con quien ir pero durante la visita al museo, permanecerá con su mini grupo. Y está con ella Mateo y Pablo. Probablemente uno de ellos con chancletas. ¿Qué mas se puede pedir?
Qué chulada compartir con los Tesoros esta experiencia de vida.
Felices sueños desde una Inglaterra otoñal. Aquí no se aclaran.








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